31 de marzo de 2017

Abuela materna

La matriarca 
Cuando las lágrimas agotaban su pena las secaba con un pañuelo presionando contra los parpados casi transparentes, ojos cristalinos azul-mojado, y recitaba:


En su piel poderosa se serena
su tormentosa fuerza enamorada
que en los amantes huesos va encerrada
para tronar volando por la arena.
Encerrada en la sorda calavera,
la tempestad se agita enfebrecida
hecha pasión que al músculo no altera:
es un ala tenaz y enardecida
es un ansia cercada, prisionera,
por las astas buscando la salida


El toro mal herido tendido sobre la arena. Animal negro e imponente, negro brillante como el azul-mojado

No eres el objeto de la experiencia, solamente el receptor,

Lloraba sus muertos, a las tardes, a España y a los sueños rotos. Combinación que afloja las cadenas de su estampa, matrona viuda de negro vestida siempre no importaba el día, la noche o las fechas. (Consuelo Sáenz, Tu nombre y las cosas, revelaciones, 2012)


© Consuelo Sáenz