La matriarca |
En su piel poderosa se serena
su tormentosa fuerza enamorada
que en los amantes huesos va encerrada
para tronar volando por la arena.
Encerrada en la sorda calavera,
la tempestad se agita enfebrecida
hecha pasión que al músculo no altera:
es un ala tenaz y enardecida
es un ansia cercada, prisionera,
por las astas buscando la salida
El toro mal herido tendido sobre la arena. Animal negro e imponente, negro brillante como el azul-mojado
No eres el objeto de la experiencia, solamente el receptor,
Lloraba sus muertos, a las tardes, a España y a los sueños rotos. Combinación que afloja las cadenas de su estampa, matrona viuda de negro vestida siempre no importaba el día, la noche o las fechas. (Consuelo Sáenz, Tu nombre y las cosas, revelaciones, 2012)
© Consuelo Sáenz