11 de abril de 2017

¿Tú también lo conociste?



Ahí estaba el tipo que diatriba contra la tecnología y que hasta entonces se había negado a cambiar su vieja Remington por una computadora; tal era su enfado y molestia ante la posibilidad de aprender algo relacionado con ello que prometió jamás entrar al juego de las simulaciones con los nombres apócrifos en las salas virtuales donde abunda el ocio, la cobardía y la enajenación del ser: Sartre, con su rostro entre juego de luces y sombras, intelectual y enigmático, su amor eterno -como solía pensar de él antes de que sobreviniera la separación definitiva-.


(© Consuelo Sáenz, Tu nombre y las cosas, revelaciones, 2012)